jueves, 12 de marzo de 2015

Contra la ignorancia

Por K4STELO 


En respuesta a las preguntas del artículo de Víctor Bermúdez Torres, publicado en esta misma web, y con la intención de no hundir en la desesperación y el absolutismo de Kant a los lectores, que por desgracia, lleva presente varias décadas en nuestras vidas, surgen estas líneas. Por eso, quiero decirles a todos nuestros queridos lectores que les he preparado un cóctel de iluminación y rebeldía, con una pizca de sarcasmo tal vez.

¿Debemos cumplir la ley cuando nos parece injusta o irracional? ¿Tenemos derecho a rebelarnos o desobedecer al poder?

<<La concepción de la vida social consiste, sabido es, que el sentido de la vida es transportado de la personalidad al grupo en sus diversos grados: familia, tribu, raza, Estado. Según esta concepción, resulta que, como el sentido de la vida reside en la agrupación de las personalidades, estas personalidades sacrifican voluntariamente sus intereses a los del grupo.[…] >> La Insumisión, L. Tolstoi


Es justo y necesario reconocer que, en el plano ideológico y táctico, Ghandi y Martin Luther King demostraron a todos los gobiernos del mundo que la revolución pacífica y la desobediencia civil son un derecho incuestionable que poseemos todos los seres humanos por naturaleza. Éstos entendieron que ante una ley injusta no hay más remedio que rebelarse, porque el poder se asegura de que no tengamos libertad de pensamiento, para eso nos educa, para que pensemos lo que él quiere que pensemos, y cuando actuamos en base a esa libertad de pensamiento es cuando podemos utilizar la libertad de expresión, y es en ese momento cuando podemos decir NO, y ellos sabrán que su final ha llegado. Locke nos decía algo similar a esto, que la soberanía emana del pueblo; que la propiedad, la vida, la libertad y el derecho a la felicidad son derechos naturales a los que no debemos renunciar jamás y, por lo tanto, hay que defenderlos por encima de todo, porque el sentido de nuestras vidas es encontrarnos y ser más nosotros mismos, y no lo que quieran que seamos.

Venimos al mundo con una capacidad inmensa de aprender. Nuestra supervivencia actual como individuos depende en gran parte de la cultura y de la cohesión de la sociedad que nos arropa. Hay que pensar y repensar las posibilidades que podemos tener si concretamos el valor y la importancia que le damos a nuestras vidas. Así pues, todo aquello que a lo largo de la historia hemos aprendido nos hará avanzar hacia otro mañana más próspero, hacia el progreso culmen de la civilización, hasta la desaparición de la especie.

Existen miles de estudios que demuestran la capacidad técnica y social que hemos ido desarrollando, y lo que no es razonable es porqué aquellos gobernantes y gigantes financieros se niegan a dejar avanzar a la especie desde el punto de vista intelectual. ¿Por qué los medios de des-información calan más que las propias conclusiones que podemos llegar a obtener nosotros mismos, pensando y obteniendo las respuestas que de verdad creemos?. Es triste ver que en este país el libro más vendido es el de una ignorante y maleducada concursante de programas basura o tertulias del corazón sin conocer el verdadero significado de lo que esa palabra implica. Pero claro, en este país el miedo está por todas partes y así quieren que siga.


¿Por qué se le tiene tanto miedo al pasado? Aquéllos que no recuerdan el pasado corren el riesgo de volver a repetirlo. Fíjense ustedes en países como Francia, Alemania, Portugal, ellos recuerdan a las víctimas de las diferentes causas de sumisión y muerte que atormentaron su país, y aquí en España seguimos permitiendo que cada 20 de noviembre se congregue un grupo de ignorantes en Madrid a conmemorar al dictador, a ese mismo al que le besó el culo todo ser con vida asentado en España. Recordamos que este tipo y otros tantos burgueses y grandes terratenientes tenían buenas migas con un tal Hitler y otro tal Mussolini, y que gracias a su providencia sangrienta y humillante, y, cómo no, divinizada en la totalidad de España, se consiguió lo esperado, echar a todo aquel libre pensador, hombre y mujer de ciencia, intelectuales en su mayoría, que apostaron por el progreso y la transformación de la sociedad española, algo grande de verdad, y no mísero y primitivo como lo acaecido en el trascurso de la vida del régimen fascista.

Bueno, ¿y qué fue lo que pasó después?. Dice un amigo que el Rey nos salvó. Y por eso hay que darle las gracias y seguir apostando por la monarquía. Bueno, cada uno puede pensar lo que quiera, pero yo le contesto con una frase del señor Mujica, bastante clara y concisa: “Soy republicano porque hace tiempo que aprendí que nadie es más que nadie.” Estos reyes que, últimamente aparecen tan tiernos y comprometidos con su patria y su pueblo se olvidan de que su institución es ilegítima, pues el genocida de Franco instauró la monarquía con la Ley de Sucesión en la Jefatura de Estado en 1947, y que el señor Juan Carlos de Borbón prometió lealtad al jurar los principios del Movimiento del régimen franquista en 1966, ese movimiento que coaccionó la libertad y reprimió a todo aquel que se mostraba contrario al mismo. Que no los queremos, que eso de la sangre azul es cosa de cuentos, que eso de que por herencia tú tienes el derecho de ser más que nadie ya no se lo cree ni él mismo, es cosa de la edad media. Otra cosa que suelo decirle a mi amigo es que no fueron los bribones estos los que salvaron España, de hecho, nadie nos ha salvado aún, y nadie lo hará, porque somos nosotros, los ciudadanos los que debemos salir a la calle a reclamar la justicia social que nos pertenece por derecho natural e inalienable. Exactamente el mismo estilo que se produjo en la Revolución Francesa o en la de los Claveles. Por cierto, en España los actos en conmemoración a los fascistas siguen siendo legales, al contrario que en Alemania, en donde todo acto en conmemoración del régimen nacionalsocialista es un delito. Otra cosa muy común que aún arrastramos es eso de que está mal ser franquista o antifascista, ninguno de los dos vale, pero claro, aquí los señores que redactaron la Constitución se acostaron fascistas y se levantaron monárquicos, mientras que en Europa exiliados seguían combatiéndolo y estaba claro que los que sentían una ideología de izquierda eran sin lugar a dudas antifascistas. Pues bien, aquí de ningún modo, porque remover el pasado no les gusta, no nos educan para eso, pero las miles de personas que aún se encuentran en las cunetas merecen un respeto, y está claro que o seguimos pidiendo justicia social y memoria histórica o esto seguirá así de atado y bien atado. 


La lucha en las calles de forma pacífica ha hecho que el progreso de los seres humanos siga siendo una realidad latente y, por supuesto, la coerción de los gobernantes con sus leyes trampa, con las que pretenden amordazarnos, no callarán jamás el grito de libertad que llevamos en nuestro interior. No fue el rey, querido amigo ni querido lector, fue la gente, que harta de tanta estafa, mentira y represión decidió salir a la calle, y así a lo largo de la historia. Así que Kant y los kantianos pueden meterse su pensamiento de sumisión ante la ley por donde les quepa. Así que sólo puedo contestarle y concluir mi breve propuesta con una cosa: ¡Viva la Revolución Social! ¡Viva la Inteligencia! ¡Muera la ignorancia a la que pretenden someternos!.


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