sábado, 29 de noviembre de 2014

Reflexiones de un socialista histórico IV

Por Toño Santiago @tafugos

 

Como dije desde la primera, esta serie de reflexiones ya fueron escritas hace más de cinco años y no son profecías que se están cumpliendo, son un fiel reflejo de la realidad política que se ha venido viviendo en este país desde hace años y que la crisis no ha hecho más que sacar a la luz. A nadie le debe extrañar por tanto que el 15M ya se venía fraguando desde hacía mucho tiempo atrás y que Podemos es el resultado de aquello que muchos ya reivindicábamos, pero que los dirigentes de los partidos tradicionales no supieron o no quisieron ver, yo me inclino más bien por la omisión y el alejamiento de la clase política de los ciudadanos, que en lugar de cerrar la brecha que se estaba abriendo entre ambos, se empeñaron en hacerla cada vez más grande.

Por último, sólo incidir en la lectura del último párrafo de este artículo, seguro que a muchos les suena de algo, y les anima a releer de nuevo el artículo completo para no caer en los mismos errores, principalmente a aquellos de las nuevas formaciones. Es muy fácil caer en el despotismo ilustrado.

REFLEXIONES DESPUES DEL CONGRESO EXTRAORDINARIO DEL PSdeG HECHAS DESDE LA MILITANCIA DE BASE.

El PSdeG ha terminado ya su etapa congresual. Este Congreso vino a celebrarse estando el PSdeG en la oposición después de cuatro años de gobierno.

Es este, pues, el mejor momento para que reflexionemos en cuanto a lo que aconteció en nuestro partido. Hagámoslo:

1ª reflexión- Creo llegado el momento de dotar a nuestra organización de las medidas necesarias para evitar los casos de corrupción y de falta de democracia interna y rehacer nuestro programa con sinceridad y voluntad de gobierno, sabiendo que hemos de cumplir lo que prometemos y sabiendo también que muchas medidas anteriormente tomadas, especialmente en materia económica y laboral, han sido más que discutibles.

2ª reflexión- Es hora de que los políticos institucionales y orgánicos empiecen a practicar que no todo vale, que el fin no justifica los medios. Los socialistas perdimos las elecciones porque el ciudadano pensaba que “todos los políticos son iguales” y esa homogeneización es la que nos arrebató el alma de nuestro proyecto.

Por ello el análisis a estas reflexiones puede hacerse desde dos enfoques:

1º) No podemos conformarnos con hacer un buen programa y un Congreso del que aparentemente hemos salido unidos en torno a un líder y dispuestos a ganar en una confrontación futura. Hemos de salir respirando y transmitiendo sinceridad, ética, compromiso, responsabilidad, honestidad y con la convicción de que queremos ganar para algo y por algo, no por el simple hecho de gobernar o por una cuestión de orgullo personal, como en algunos casos parece.

Sociológicamente, España es un país mayoritariamente de izquierdas; por tanto, entenderá que nuestro programa sea claramente progresista.

Un partido de gobierno como el PSOE, y así se define continuamente en los textos del partido, tiene que combatir dos clases de excesos: de pragmatismo uno, el producido por la presión de la realidad social que a veces nos lleva a ofrecer lo que la ciudadanía quiere y no lo que nosotros realmente defendemos como justo.

2º) Los ciudadanos viven apáticos y cansados del sistema democrático que hemos constituido; ya no confían en sus partidos políticos y en sus representantes, creen que sus opiniones no sirven para nada y se sienten excluídos e incluso engañados de las decisiones tomadas por los gobiernos.

Es necesario recuperar la dignidad del sentimiento democrático profundizando en la participación ciudadana. Ahora bien, ¿cómo se puede hablar de profundización democrática en la sociedad, cuando sus pilares básicos, los partidos políticos, son organizaciones normalmente carentes de cultura y de mecanismos democráticos? ¿De qué medidas o posibles soluciones, podríamos hablar?

Apuntaré algunas cuantas, aunque sé que dejaré muchas otras en el tintero.

a) Excesivo protagonismo de los líderes en todos los niveles de la organización, fenómeno conocido como hiperliderazgo y que resulta tan dañino en un sistema democrático. Tenemos que abogar por una mayor participación de nuestros ciudadanos.

b) El voto individual y secreto para todos los militantes y que sea la expresión directa de la democracia.

c) Un sistema de limitación de mandato en los cargos públicos.

d) Un sistema de incompatibilidad entre cargos orgánicos e institucionales del mismo nivel de responsabilidad.

En definitiva, lo que hemos de entender es que la Organización en la que militamos la componemos personas con nuestras virtudes y nuestras debilidades. Por tanto, no se trata de poner medidas correctoras o sancionadoras cuando un mal se produce (ejemplo de la corrupción y la fatiga en los cargos) sino de poner medidas preventivas para que eso no ocurra.

Es de desear pues, una organización que regule la autonomía del colectivo y la plena libertad del individuo para actuar conforme a sus principios y no a sus necesidades o intereses personales.

El ejemplo vivido en el PSdeG mientras gobernó nos ha enseñado cómo se pierde la autonomía y la capacidad de respuesta cuando una militancia se ve sometida a las directrices del gobierno; es bueno, pues, saber diferenciar, porque uno nunca puede ser juez y partir al mismo tiempo actuando con parcialidad.

Lo que nos debemos plantear después del Congreso no tendrá éxito si no decidimos entre todos cambiar la cultura de nuestro partido. Una cultura que, en algunas ocasiones, ha confundido nuestras señas de identidad: que ha creado militantes pasivos y silenciosos, que no hemos exigido responsabilidades a la hora de hacer los cambios oportunos, que ha creado una dirección férrea y sabedora de la verdad absoluta; que no ha entendido que la pluralidad enriquece el debate, porque además del negro y el blanco existe una gran gama de grises; que discrepar no es destruir; que no se trata de “estar conmigo o contra mí”.

La unidad se garantiza cuando existe la firme convicción de que uno defiende lo que uno cree que es lo mejor, sin dogmatismos ni fundamentalismos, desde la razón y con sinceridad.

Todos los socialistas conscientes sabemos perfectamente cuál es la enfermedad de nuestra organización y también que medicina tomar para curar dicha enfermedad. Lo que ocurre es que esta medicina a muchos les sabe amarga. ¿Qué debemos hacer después de este Congreso? Tenemos dos opciones: elaborar una magnífica ponencia marco arrebatadora por encontrarnos en la oposición o admitir que la verdadera renovación del partido consiste en que ninguna persona o personas puedan significar un tapón que evite el hervir de las ideas y las voluntades de nuestro partido. Lo que no debemos moralmente hacer es cambiarlo todo con el único fin, previamente determinado de que todos se queden como están o donde están.

Si yo pudiera pedir tres deseos mágicos en este Congreso Extraordinario ya celebrado; pediría algo tan sencillo como sinceridad en lo propuesto y debatido; trabajar por el bien del colectivo aunque eso signifique el sacrificio de intereses individuales y un toque de humildad para los que se creen imprescindibles.

Entre todos podemos, entre todos queremos, entre todos vamos a lograrlo. 

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