Por Daniel Hernández García
Ayer por la tarde saltó la noticia de la retirada del
anteproyecto de la ley del aborto por parte del gobierno del Partido Popular.
Un terremoto que ya se avecinaba desde hace meses, sacudido tanto por
colectivos feministas en contra de la susodicha ley, así como los distintos
grupos parlamentarios e incluso miembros de su partido, contrarios a ley
conservadora del ministro Gallardón. No obstante, esta sacudida tremenda para
los populares se vió en aumento por la dimisión del ministro de justicia.
Allá por los primerizos años de la democracia española
contemporánea, Jose Maria Ruiz Gallardón (padre), ya advirtió sobre el
pensamiento de su hijo: “Si vosotros decís que soy conservador, esperad a
conocer a mi hijo”, algo que quizás muchos no tomaron en cuenta a posteriori.
Sin embargo, Gallardón en su etapa en la alcaldía de Madrid, así como sus
numerosas declaraciones, no hacía presagiar el conservadurismo más atrasado y
viejo de la derecha española.
Gallardón ha intentado (sin éxito) cambiar la ley del
aborto del zapaterismo, algo que estaba incluido en su programa electoral y que
ha creado una división dentro de la bancada popular. Más allá de la presión de
los movimientos sociales, el malestar creciente entre conservadores y liberales
ha propiciado la retirada de la ley y la dimisión de Ruiz Gallardón.
Una decisión, a mi parecer, bastante coherente en lo que
se refiere a su forma de pensar sobre la eterna discrepancia provida/abortistas (bastante gracioso esto último).
Las consecuencias para el Partido Popular, pueden ser
bastante nefastas. La desazón de muchos votantes debido a la inoperancia del
gobierno de Rajoy, unido a la pérdida más que probable del voto más conservador por
la retirada de la ley, pueden hacer diluir la intención de voto del Partido
Popular.
Más allá de los clichés ideológicos o si es el peor
ministro del Gobierno “rajoyista” (algo que no estoy de acuerdo, no hay peor
ministro que el señor Cristobal Montoro), he de romper una lanza a favor de
Gallardón, por su coherencia a la hora de dimitir en concordancia con la idea
que tenía de su reforma de la ley del aborto.
Cosas de este estilo hacen ver el amalgama y confusión
imperante en la derecha española, donde dentro del Partido Popular conviven
diversas corrientes (conservadores, democristianos, liberales, socioliberales,
franquistas...), lo cual podría conllevar a la fragmentación del voto de la
derecha española. Uno de los beneficiados de esta retirada de la ley puede ser
el auge y resurrección de la formación más a la derecha del PP, Vox, lo cual
está encontrando calado en organizaciones providas y ultraconservadoras. 
En mi opinión, nadie esta a favor del aborto, nadie en su
sano juicio querría no traer una vida. Pero un gobierno, si debe delimitar y
proteger no solo a la vida que pueda traer la mujer si no las consecuencias
que pueda arrastrar hacia la mujer embarazada, el hecho de traer una nueva vida
a este mundo o las dificultades que pueden conllevar el nacimiento de un hijo.
No obstante, la ley debe ser homologable al resto de las europeas ,
estableciendo una ley de plazos, que marque claramente lo que se debe hacer y
lo que no.
Gallardón ha sido una profunda decepción para los sectores
mas moderados y centristas del Partido Popular que veían en él una figura mas
propia, para caminar hacia la modernización del establishment de la derecha
española. Su aplicación de tasas judiciales, asi como la reforma conservadora
de esta ley, convirtieron a Gallardón en uno de los ministros peor valorados,
así como el centro de tensiones permanentes tanto dentro de su partido como entre los colectivos sociales. 
A resumidas cuentas, Ruiz Gallardón no “vine, vi y venci”,
sino más bien sería “Veni, vidi, y me fui”.
 
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