Dicen que el ser humano es el único ser capaz de tropezar dos veces con la misma piedra. Igualmente, somos capaces de sacar lo peor de la condición humana y utilizarlo contra nuestro mismísimo adversario. Esta idiosincrasia del hombre es fácilmente aplicable a todos los ámbitos de nuestra vida, haciéndose más ver en todo aquello que traiga consigo la competencia entre distintos actores. El análisis que centra mi atención en esta columna semanal es lo referido a los medios de comunicación.
El simbolismo y significado de los medios de comunicación,
se traduce como, mecanismos de presión para intentar cambiar el orden establecido
o intentar enderezar el rumbo del poder imperante. Todo aquello debe estar guiado
bajo el prisma de la racionalidad, coherencia e inexistente de etiquetas
ideológicas gratuitas.
Conforme uno avanza y profundiza el significado
anteriormente desgranado se empieza a dar cuenta de la poca relación en
materia comunicativa en nuestro país. Hacía hincapié en aquello de sacar lo
peor de la condición humana cuando el periodismo gira hacia el establishiment
y se aleja de los parámetros de “mecanismo de presión”, poniéndose al servicio
de las élites políticas y económicas del país.
Al lector le sorprenderá que ande por caminos que quizás no
estén en la primera plana de la actualidad española, pero lo veo como algo
necesario. Mi crítica se centra en los desvaríos de los distintos medios
comunicación, alejados de la racionalidad que siempre debe imperar en las
distintas posiciones, así como su pérdida de personalidad de denunciar aquello
que considere injusto o haga enderezar el rumbo anteriormente citado.
Todo esto me viene a cuento por la decadencia de los medios,
más presentes en mostrar las continuas batallitas partidistas, rompiendo una
continua lanza en cuanto a lo referido al eje izquierda-derecha, obviando y
menospreciando aquellas traperías que los distintos partidos políticos
proceden a sus ciudadanos. No se puede dejar tampoco de lado en el centro de
atención de esta crítica a las cadenas televisivas, sobre todo cuando se hacen
de rogar y depender del partido que gobierne, lo cual las hacen convertirse en
televisiones al servicio del régimen (lo que llamo el NODO continuo).
Es digno de reseñar el sensacionalismo que cada se extiende
más en todos los ámbitos. En lo referido a política, se deja de lado la crítica
constructiva y el poder de persuasión a nuestros políticos, para dejarles en
bandeja la posibilidad de tener a sus tertulianos, que son capaces de defender
lo indefendible, solo por mantener la imagen bonita de las siglas.
No podemos obviar la determinación y el sentimiento
ideológico de cada persona, algo totalmente incuestionable, pero no por ello
debemos de abandonar la coherencia y la racionalidad imperante del ser humano,
y empezar a ver más alla del paradigma del sentimentalismo barato y bananero de
la izquierdización o derechización. Pedir más a los medios de comunación la
suficiente libertad para denunciar todo aquello que considere injusto, por
mucho que su corazón navegue por las turbulentas aguas del mar político.
En definitiva, que los medios de comunicación centren su
información en todo lo referido más arriba. Y como decía un gran entrenador de
fútbol, cuando le preguntaban sobre los problemas de vestuario: “Ese tipo de
preguntas a salsa rosa”.
 
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