Por Raúl S. Saura
A falta de tres semanas para cumplir los 80 años seguía siendo un hombre de acción. Da igual lo que dijera la edad, era o había sido director de su banco, principal ejecutor y accionista del mismo; lo heredaría tratándose del séptimo banco español para colocarlo como el primero de la eurozona, y la salud le seguía acompañando. El banquero más famoso de todo el país, uno de los más influyentes en la banca mundial y, sin duda, el que más de la política nacional, no logró por ello evadir a la muerte que se presentó en forma de infarto de miocardio. El hombre de acción frenado a la fuerza.
Emilio Botín entró a trabajar con 24 años (1958) en el Banco Santander de la familia para convertirse en su presidente en 1986 sucediendo a su padre e inició una ambiciosa y feraz política expansiva del grupo hacia el exterior. Tanto en Europa (alianzas con la portuguesa Banca Champalimaud, la francesa Société Générale, la británica Royal Bank of Scotland y un largo etcétera) como América (absorción del Banco Central Hispano, compra del Sovereign Bank estadounidense o fusión con First Union) o la propia España con la compra de Banesto conocieron de su ambición expansionista que le condujo a la élite banquera mundial y al reconocimiento sincero, como demuestran las diversas condecoraciones como mejor banquero del mundo por varias revistas de renombre a lo largo de los años. Ahora ha fallecido y deja un imperio financiero a su hija Ana Botín (hasta ahora responsable del grupo Santander en Reino Unido), elegida por el Consejo unánimemente. El reto será duro para la hija, y más con la bajada del 0'6% de las acciones provocada hoy por la noticia y que llegó a estar en el 1'8%, pero no se duda de su capacidad, además de tratarse de la favorita de su padre para sustituirle. 
Sin embargo, el legado Botín no resulta tan sencillo en otros aspectos, como sus problemas con la justicia en sus conocidas "cesiones de crédito" o los millones de euros evadidos al fisco en Suiza y revelados por Falciani que reclaman a gritos una urgente investigación y aportan pruebas fundamentales de falsedad documental y opacidad de cuentas en una historia de nunca acabar entre las personas de relevancia en España. 
Queda por comprobar cómo se resuelven estas diversas incógnitas de ahora en adelante. De lo que nadie duda es de su influencia en nuestro país (su mujer fue nombrada marquesa de O'Shea por Juan Carlos I en 2008), de su vista puesta en Latinoamérica y especialmente Brasil como ineludible futuro económico, o su apasionada entrega a su banco (cambió los estatutos para no jubilarse a los 72 años), así como su fuerte relación con la Universidad y la ciencia; con fondos del banco se restauró La Educación de la Virgen de Velázquez. Ni de su fanatimos por la Fórmula 1. Todo ello era Emilio Botín, todo ello fue.  
 
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