Por Daniel Hernández
El pasado 25 de Mayo, se celebró las elecciones europeas en
nuestro país. Los resultados de las votaciones fueron posiblemente, el mayor
batacazo electoral del bipartidismo en nuestro país. Ni los más optimistas
pensábamos que una caída tan considerable del voto PP-PSOE (50% del voto). Las
muestras más que reseñables de la necesidad de una regeneración política,
fueron un caladero de votos hacia formaciones nuevas, en la que destacamos la
irrupción con mucha fuerza de la formación política Podemos.
Poniéndonos en situación, Podemos es el resultado de la
unificación de las distintos movimientos sociales, así como el más que
destacable liderazgo del partido bajo la batuta de Pablo Iglesias.
Pablo (politólogo como yo, todo sea dicho), meses atrás se
fue proyectando su figura de “indignado izquierdista” en las distintas
tertulias de las televisiones de este país, ya fueran de corte más conservadora
o de tendencias más progresistas (palabra mal interpretada en este país).  Su imagen fue fundamental para absorber la
indignación de las calles, así como el voto fácil de la profunda ignorancia a
lo que Podemos quiere transformar este país.
Sin más dilamientos y no prologando más la introducción de
este artículo, la irrupción de Podemos en la arena política ha sacado a relucir
todos los peores adjetivos posibles hacía los medios de comunicación de este
país así como la llamada clase política (llamada por Pablemos como casta).
Desde un enfoque meramente politológico, la discusión de
ideas es posiblemente lo más bonito en un debate político. Construir un modelo
de país y contraponerlo contra las ideas de tu contrario, argumentándolo y
defendiéndolo siempre y cuando no sobrepase los límites de los derechos
fundamentales de los individuos, se convierte en este país en una mera fachada
de intereses al servicio de la información bananera y ridícula.
Pablo arrancó muy fuerte, siendo educado y argumentando cada
una de sus ideas, lo cual es bastante admirable, más allá de que este humilde
columnista este a las antípodas del pensamiento de su formación política. Sin
embargo, y tras la decadencia (más aún si cabe) del debate político, hemos
pasado a una política de “sálvame deluxe”, en la cual, hasta Pablo se ha ido
contaminando (Véase el debate entre el personaje y Esperanza Aguirre).
Si alguien no leyera este artículo desde arriba, pensara que
esto sea un panfleto de propaganda de Podemos. Más allá de que diste mi
ideología respecto a Podemos, hay algo que me produce igual de lejanía, que es
no combatir las ideas, desde las IDEAS. Los medios de comunicación se han
convertido en caladero de votos de Podemos, ya sea de forma directa o
indirecta. 
Destacar más la última, donde diversos programas de
televisión esta en continuo delirio respecto a la formación política,
argumentando bajo el la prerrogativa de 3 palabras: (Venezuela-Cuba-ETA). Es
absolutamente patético convertir un combate hacia una ideología, sin argumentos
ni desenmascarar lo que es el pensamiento de este partido político, que solo
hace arrastrar más si cabe, a toda esa gente que no ve una alternativa más
moderada de construir un nuevo país, reformando el que tenemos.
España, es un país que merece la pena, un país el cual
necesita una reforma de arriba-abajo y no convertirlo en una idea “mesiánica
latinoamericanizada” con tendencias hacia un estado planificador que coarte la
libertad de nuestros individuos. España necesita cambios si, pero no necesita
una deriva hacia un horizonte de sumisión de los españoles, hacia una idea de
igualdad y redistribución obviando la variedad de pensamiento de los propios
individuos, así como su ideal de prosperidad (y no solo económica).
Creo que Podemos ha sido positivo por la sencilla razón de
que ha abierto un abanico de posibilidades amplias en la “oferta” política, así
como encontrar un adversario con bastantes argumentos para debatir y enfrentar
ideas (aunque el programa económico sea su gran hándicap). Pero lo que si tengo
claro es que la verdadera manera de derrotar y relegar a esta formación
sorpresa, y personalista (Pablemos les hacen llamar ya) es mediante las ideas y
hacer ver a los españoles una salida alternativa a la decadencia del sistema
político actual.
 
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