La noticia esperada, la que resonaba sobre las cabezas de la Familia Real el día de la proclamación de Felipe de Borbón como nuevo monarca español, ha llegado. Tal y como se esperaba, el juez Castro ha decidido imputar a la infanta Cristina en el llamado caso Nóos junto a su marido, Iñaki Urdangarín. 
En el caso de ella, por delito fiscal y blanqueo de capitales y 
"facilitando los medios para que lo hiciera su marido" Iñaki Urdangarin 
mediante una "colaboración silenciosa", y a él por hasta 8 delitos como 
prevaricación, falsedad documental, tráfico de 
influencias, falsificación, fraude a la Administración, malversación, 
estafa y dos 
delitos fiscales por el supuesto desvío de fondos públicos al Instituto 
Nóos, que presidió entre 2003 y 2006.
Cerrada la instrucción de la causa tras 4 años, el juez Castro, titular
 del Juzgado de Instrucción número 3 de Palma, ve sobrados indicios de 
cooperación de la infanta en las irregularidades de las empresas de su 
marido, como Aizoon (compartida al 50% entre ambos), en la contabilidad 
de la cual se cargó "una ingente cantidad de facturas por 
compras, servicios o gastos exclusivamente privados del matrimonio 
Urdangarin-Borbón". "Aizoon no ha repartido entre sus dos únicos socios 
dividendo alguno, lo
 que se aviene mal con que se cargen a Aizoon gastos tan personales como
 viajes al extranjero, regalos, sesiones de liderazgo, rehabilitación, 
decoración, suministros de la vivienda [...] salarios del personal 
doméstico que fueron contratados directamente por la propia Doña 
Cristina a sabiendas de que repercutirían en Aizoon".
Se esperaba para cualquiera de los próximos días el anuncio de la 
infanta como imputada en el caso, tanto que no pudo participar en la 
proclamación de su hermano la semana pasada debido a que este se ha 
distanciado manifiestamente de ella y su cuñado en los últimos tiempos 
debido al caso. Aunque prevalezca la presunción de inocencia, Felipe VI 
se ha mostrado inflexible con los supuestos delitos cometidos por el 
matrimonio Urdangarín-Borbón que ahora parecen encontrar confirmación en
 los indicios vistos por Castro de lucro de forma ilícita realizado por 
su hermana mayor. 
Los fondos ilícitamente ingresados en Aizoon provenían del Instituto 
Nóos, que lo recibía de las arcas públicas de Baleares y Valencia. Ante 
esta serie de irregularidades y faltas, por las que el juez Castro ha 
considerado necesario imputar a la primera Borbón con estudios 
universitarios y por la que su propio hermano guarda un pesado silencio,
 la infanta ha recalcado varias veces, incluyendo cuando debiera 
declarar ante el magistrado, no saber nada, desconocer las operaciones 
realizadas por su marido... su ignorancia deliberada contrasta con la 
abundancia de pruebas en su contra. Por ejemplo, ella tomó intervención 
directa en la contratación de personal doméstico, al que se dijo que, 
pasado el tiempo de prueba, recibirían el dinero en negro, para, a su 
vez, ser contratados más adelante por la entidad Aizoon. También 
recuerda el juez la participación directa de la hermana de Felipe VI en 
una supuesta "simulación de compra-venta de acciones" proyectada por 
Aizoon con la sociedad Mixta África que nunca se realizó. Lo que se 
desprende el auto del juez, por tanto, es que la infanta aprticipó 
activamente en las actividades que ha atribuido a su marido, su 
conocimiento (al menos parcial) de las irregularidades vistas y una nula
 pretension de colaborar con la justicia ("no me acuerdo" el pasado 20 
de febrero).
Los delitos acarreados a Cristina de Borbón y Grecia podrían suponer hasta 16 años de prisión.
¿Y ahora qué?
Nadie duda de la presunción de inocencia, ni mucho menos de la necesidad
 de la misma. Pero en un Estado de Derecho, donde "todos los ciudadanos 
son iguales ante la ley", como recalcara en el mensaje navideño de 2012 
el anterior jefe de Estado Juan Carlos I, a cualquier hombre o mujer, 
con independencia de su origen o título, ha de juzgársele, ponérsele en 
libertad o condenar sin miramientos en aras de un Estado serio, una 
democracia consolidada y una imagen de respeto a la justicia que hasta 
ahora la clase política y la Casa Real han transmitido con sus palabras.
 Como su manifiesta ignorancia la infanta Cristina, hay que añadir. El 
fiscal puede acusar de que su imputación obedece a otros motivos, 
mayormente su apellido, pero el auto del juez Castro no deja lugar a 
dudas: su conocimiento y participación en los diferentes delitos de su 
marido, del Instituo Nóos, Aizoon y demás son manifiestos y punibles por
 ley. Queda por ver si finalmente España verá a una miembro de la 
Familia Real (al menos hasta hace muy poco) en el banquillo de los 
acusados o incluso entre rejas. Queda por ver si, en caso de resultar 
condenada, verá cárcel finalmente o no, si el Gobierno permitiría algo 
así. Queda por ver si es culpable o inocente. 
 
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