Por Daniel Hernández García
El incremento del escandalazo de Caja Madrid no es más que
el mero síntoma de la sodomización del poder político en todos sus ámbitos.
Cuando el egoísmo, el caradurismo aflora, la credibilidad de la clase política
va decreciendo poco a poco. En este caso en particular, los señores de la
partitocracia española, se han llevado una buena jubilación mientras
descansaban sus queridos traseros en los asientos de los consejos de
administración.
A la hora de analizar y criticar todo lo que acontecido al
saqueo de la banca española, no debemos hacer distinción alguna por ideologías
o contenido de las siglas políticas. Estamos hablando claramente de auténticos
chorizos (y faltando mucho pan, por cierto). Las creencias, las tesituras que
inundan los senderos que caminan nuestros políticos, no son más que mero papel
mojado. 
¿Cómo pretender que la ciudadanía no esté harta, cuando ha
tenido que pagar de su bolsillo el rescate de numerosas cajas quebradas por las
medianías políticas? ¿Cómo tratar de volver a tener la confianza de un
electorado cada día más confuso y un voto más fragmentado? ¿Cómo tratará la
partitocracia de recuperar a sus votantes, con un proyecto creíble y atractivo?
¿Tomarán partido (y nunca mejor dicho) los jefes de partido?
Cada una de estas preguntas, podrían ser fácilmente a día de
hoy, el centro de atención de las sedes de todos esos partidos que están
perdiendo a diario la credibilidad anteriormente citada. Pero volviendo a
tratar el tema que nos viene a cuestión, es relevante el hecho de como el
sistema bancario ha sido totalmente sometido por el poder político, y no para
la toma de decisiones en materia crediticia por ejemplo, sino en la suma de un
dinero muy suculento, a costa de quebrar entidades privadas, que posteriormente
paga el contribuyente su “barra libre”.
A posteriori, queda por ver si principales gestores de los
partidos políticos que parasitaron los consejos de administración de Caja
Madrid (por cierto, entre otras más), toman cartas en el asunto y empiezan a
despiojar sus formaciones políticas, revertiendo el significado de la política
como un auténtico servicio a la ciudadanía, no un medio de corruptela y lucro
personal.
Sin embargo, vemos a nuestro alrededor que el sometimiento
del poder político por parte de los corruptos, hace entrar en una espiral de
sometimiento a tres bandas: corrupción-poder político- (aquí podría venir
cualquier institución, ya se judicial, económica...). Por eso, si nos atenemos
a los hechos palpables, la salida es bastante desoladora. 
La solución pasa ante todo, por ampliar el horizonte de la
ciudadanía española, y ofrecer la posibilidad real de que la causa política aún
no esta pérdida. Que se puede frenar la sangría del saqueo continuo de tanto
chorizo y sinvergüenza, tratando de educar desde las bases a las nuevas
generaciones de políticos (siempre por vocación no como profesión de lucro), y
establecer marcos jurídicos claros ya sea desde lo institucional, como desde los
partidos políticos.
En definitiva, el gastazo en tarjetas de créditos por los
numerosos caraduras que formaron parte de los consejos de administración en
Caja Madrid, es la causa más auténtica de búsqueda de los servidores públicos
(y permítase la ironía) en su camino hacia Sodoma y Gomorra. Esperemos que el
pecado se acabe pronto.
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario