Por Getsemaní Alcaraz Castelo
El día no pudo comenzar de otro modo más indiferente. En una suave mañana luminosa y atractiva, comienzan a remolinear nuestras carcajadas por lo sucedido ayer en la sede parisina de la revista Charlie Hebdo, nos reímos de ese Dios flojo, infantil, que no tiene cojones a venir a demostrar su existencia y, otra vez más como tantas veces en la historia, aquellos que su nombre alaban, y me da igual si es Alá, Jehová, Iahvé o una cabra de oro, me es indiferente, porque el terrorismo de estado, o el terrorismo ideológico siempre golpea en el tablero. Siempre que algún descerebrado ha querido exaltar la figura de su Dios ha acabado en tragedia, y nosotros los europeos tenemos cientos de guerras bajo la constancia de perpetuar un Dios o un ídolo, y no por casualidad, que ya sería raro, han sido financiadas por los mismos de siempre y con el mismo propósito siglo tras siglo, el capital, y esos señores tan poderosos que se les acaban sus provisiones de materia, llamémosla X.
No hay religión ni ideología que valga una sola vida. No hay religión ni ideología que valga más que la libertad de expresión.  Antonio Sánchez
Hemos destinado más dinero en la creación de armas de combate que en combatir el hambre y la pobreza en el mundo, y esa debería ser nuestra guerra, la guerra contra el capital, la guerra contra la injusticia y la sumisión de los altos pode res terrenales que se niega a aceptar su condición humana, su deber solidario y de colaboración con los de su especie. Y claro, aquí uno no es tonto y sabe lo que pasa. Dejemos que se maten, o mejor, matémonos todos, porque si de algo estoy seguro es de que voy a morir, y tarde o temprano todos caeremos en el mismo sueño infinito.
Pero la desgracia seguirá continuando, mismamente el pueblo de Israel afirma que tiene que defenderse de cualquier ocupación militar, esa misma que llevan aplastando años y años, dando un impulso mayor a que las posiciones ideológicas sean más radicales, más violentas, más inhumanas, más parecidas a una obra de ficción malévola que llega a tal punto que continuar con su tradición por donde se les antoje se ha convertido en un nuevo pan para todos los días. Y naturalmente, los occidentales, los americanos, y todo el circo montado para esta comedia, hacemos exactamente lo mismo, así que quieren que todos pillemos el chiste, pero no se dan cuenta de que ya estamos hartos, de que no tiene ni puta gracia.
En fin, no somos más que unos miserables, y unos asesinos, porque todo esto es por nuestra culpa, porque no se puede explicar una defensa cuando se está cometiendo un asesinato, y que en estos tiempos la libertad de expresión, o mejor dicho, la libertad de pensamiento esté tan perseguida que no tiene entendimiento alguno. Ayer murieron 12 personas que reían, que no les importaba la opinión de la gente, eran seres humanos libres, capaces de romper cualquier barrera, cualquier entendimiento que perpetúe la fe por encima de la razón, pero de lo que me temo es que de todo este entramado juicioso haya sido permitido por la oligarquía. Que importará ya si la sede llevara vigilada tantos años, ya da igual, otra vez ha triunfado la ira, el ser inhumano, el parásito del dogma X. Nuestro mejor homenaje debe ser el arte, la mejor forma de combatir la intolerancia es amando a esa figura artística que nos llegue, y puede que así, hagamos sucumbir a la barbarie de las religiones, a la sinrazón del poder, llegando a los corazones de algún individuo poco afortunado que pueda persuadir su instinto de supervivencia en un mundo desigual, desequilibrado, destinado a la destrucción por alguna inmunda y triste razón de avaricia y acumulación desmesurada de poder.
Ya estamos cansados de todos vosotros, de vuestra repetitiva tarea de masacres injustificadas racionalmente con la identidad y la libertad de la especie humana.
 
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